Cuadernos de autonomía y humanismo para médicos especialistas
Cuaderno No. 4. La responsabilidad social del especialista
Los médicos respondemos
por nuestras conductas en el marco de la ética, la integridad y la
responsabilidad.
La ética está vinculada
muy especialmente con las nociones de valor moral y de virtud. En el caso del
médico especialista, el concepto de ética ha estado desde siempre unido al del
correcto ejercicio profesional.
La integridad tiene dos
sentidos en la ética médica. Uno se refiere a la integridad de la persona, del
médico y del paciente; el otro es un derecho moral que corresponde a cada ser
humano. En el segundo caso es una virtud, un hábito moral adquirido por la
práctica constante de nuestra relación con los demás.
La responsabilidad del
médico especialista ha oscilado de lo individual a lo colectivo; del énfasis en
la curación al énfasis en la prevención; del ciudadano y de la comunidad -como
sujetos pasivos- a su participación activa y crítica; del trabajo individual al
trabajo en equipo; y de la obligación del médico de convertirse en un ejemplo a
seguir en su estilo de vida.
Estos postulados éticos
son los que hacen que trascendamos la cura de la enfermedad o el mejoramiento de
la salud para que en el ejercicio de nuestra profesión le abramos camino a la
propuesta de un comportamiento dentro de la responsabilidad social, porque nos
debemos a la sociedad, de la cual somos líderes naturales.
Los médicos especialistas también
nos debemos a nuestros colegas, y bajo el principio de confianza, inferimos que
todos los demás facultativos que intervienen en el equipo de trabajo médico,
desarrollarán su trabajo con diligencia y pericia, respetando los ámbitos de
competencia.
Además nos debemos a
quienes nos contratan y esperan de nosotros lo mejor de nuestra dedicación y
decisiones.
Somos responsables también frente a los recursos que administramos, ordenamos y ejecutamos.
La salud ha sido convertida en una costosa mercancía por un mercado perverso
que propende por la codicia lucrativa, la cual de manera insensata empuja a los
médicos a depender de las tecnologías de punta, abandonando su esencia
humanista, en desmedro de su identidad profesional.
La relación con el dolor y
la muerte debe generar una impronta en el alma del ser humano y en el caso del
médico especialista ponerla al servicio de la sociedad, evitando la pérdida de
los valores que nos han venido arrastrando de manera inexorable a la competencia,
el consumismo y el individualismo, cuando los valores que nos identifican de
manera natural son la solidaridad y el altruismo.
Por eso no podemos
permitirnos un estilo de vida materialista con vacíos espirituales en la
cultura de la banalidad y el hedonismo. Nuestra obligación en el escenario de
la responsabilidad social es la de reconquistar el papel del médico
especialista como líder de la sociedad con autonomía, porque todo ser humano es único e inviolable; con
beneficencia, porque todo ser humano merece el bien; sin maleficencia, porque
es una obligación no hacer daño y con justicia, porque todos los seres humanos tenemos
los mismos derechos.
La solidaridad del médico
especialista como un valor implica que nuestros profesionales deben entregarse
generosamente a su dedicación para obtener el respeto, reconocimiento y
gratitud de la comunidad a la cual se deben.
Permítanme que en este
cuaderno de reflexión vuelva al origen y repita para ustedes una frase
hipocrática que siempre será vigente porque es paradigma ético:
"Sólo un hombre humano puede ser un buen médico. La medicina si es ejercida con amor, como cosa sagrada, solo debe de enseñarse a personas sagradas, esto es, dignas de respeto y veneración".
Y me despido de su
generosa paciencia con la frase categórica de Letamendi
"Quien sólo de medicina sabe, ni medicina sabe".